La danza azteca, también conocida como «danza mexica» o «mitote,» es una forma de danza ritual que se originó en la antigua civilización azteca de Mesoamérica, en lo que hoy es México. Esta tradición dancística tiene profundas raíces religiosas, culturales y sociales que se remontan a siglos antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI.
Las danzas aztecas estaban profundamente entrelazadas con la cosmovisión y la religión azteca. Estas danzas se realizaban como parte de ceremonias religiosas, festividades agrícolas, rituales guerreros y eventos sociales. Los aztecas creían que la danza era una forma de comunicación con los dioses y una manera de mantener el equilibrio y la armonía en el universo.
Las danzas aztecas se caracterizan por su complejidad y simbolismo. Incluyen movimientos rítmicos, patrones coreográficos y la utilización de instrumentos tradicionales como tambores (huehuetl), flautas (tlapitzalli) y sonajas (ayotl). Los danzantes suelen vestir atuendos elaborados con plumas, conchas, y telas coloridas, y muchos llevan tocados que representan a diversas deidades o elementos de la naturaleza.
Cada danza tenía un propósito y un significado específicos. Por ejemplo, la «Danza del Sol» se realizaba en honor a Huitzilopochtli, el dios del sol y la guerra, mientras que la «Danza de la Serpiente» evocaba a Quetzalcóatl, el dios serpiente emplumada, asociado con la fertilidad y el conocimiento.
La tradición de la danza azteca ha sido transmitida de generación en generación, a menudo de manera oral y práctica. A pesar de la conquista española y los intentos de erradicar las prácticas indígenas, la danza azteca ha perdurado y se ha adaptado a lo largo del tiempo. En la actualidad, sigue siendo una parte vital de la identidad cultural y espiritual de muchos pueblos indígenas en México y más allá.
En los tiempos modernos, las danzas aztecas han experimentado un resurgimiento, con grupos y comunidades dedicados a preservar y revitalizar estas antiguas tradiciones. Estas danzas no solo se realizan en contextos ceremoniales, sino también en eventos culturales, festivales y manifestaciones públicas, simbolizando la resistencia y la continuidad de las culturas indígenas.