El amor, esa emoción capaz de llenar de felicidad pero también de provocar dolor cuando se acaba, tiene un impacto profundo en el cerebro humano. Más allá de las canciones románticas y las películas, la ciencia ha demostrado que el amor puede actuar como un mecanismo natural de alivio del dolor, aunque de una manera sorprendente y compleja.
Según estudios recientes, los sentimientos amorosos intensos pueden proporcionar un alivio del dolor «sorprendentemente eficaz», equiparable al efecto de los analgésicos tradicionales. Investigaciones lideradas por la Universidad de Stanford revelaron que el amor activa las mismas regiones del cerebro asociadas con la recompensa y la motivación, como lo hacen sustancias como el dinero o la comida.
Durante el estudio, se observó que personas que estaban profundamente enamoradas mostraban una significativa reducción en la percepción del dolor cuando se les aplicaba un estímulo térmico controlado en la mano. Las resonancias magnéticas funcionales mostraron que el amor activa vías cerebrales distintas a las que se activan con simples distracciones cognitivas.
«El amor y la distracción reducen el dolor de maneras muy diferentes», explicó Jarred Younger, coautor del estudio. Mientras que las distracciones ejercen su efecto a través de vías corticales superiores, el amor parece operar a nivel más profundo, afectando los centros de recompensa del cerebro y posiblemente bloqueando el dolor a nivel medular.
Sin embargo, el fenómeno del amor no se limita solo al alivio del dolor físico. Helen Fisher, investigadora de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey, ha estudiado durante décadas el amor romántico y lo compara con una adicción. Según Fisher, cuando el amor va bien, puede ser una adicción maravillosa que eleva el ánimo y motiva, pero cuando termina, puede ser devastadoramente doloroso.
Para superar una ruptura amorosa, Fisher recomienda tratar el amor como cualquier otra adicción: evitar el contacto con la persona, distraerse con actividades que activan el sistema de dopamina (como hacer ejercicio o probar cosas nuevas), y buscar consuelo en actividades que estimulen el sistema de oxitocina, como los abrazos y los masajes.
«Lo peor que puedes hacer es quedarte inactivo y pensar en ello. Nuestro cerebro está diseñado para recuperarse del amor perdido, aprender de la experiencia y estar listo para amar de nuevo», concluye Fisher.
El amor no solo es una emoción poderosa, sino que también tiene un impacto biológico significativo en nuestro cerebro, influenciando desde la percepción del dolor hasta nuestra capacidad de recuperarnos emocionalmente de una ruptura amorosa.
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