Cada día estamos expuestos a una multitud de experiencias, pero solo algunas se vuelven recuerdos duraderos. Un estudio innovador liderado por investigadores de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York ha desvelado cómo el cerebro selecciona y consolida estos recuerdos para que perduren en nuestra memoria.
Publicado recientemente en la revista Science, el estudio revela que durante el día, el cerebro pasa por un proceso selectivo para etiquetar ciertos recuerdos como dignos de ser almacenados a largo plazo. Estos recuerdos son luego fortalecidos durante el sueño mediante un mecanismo crucial denominado «ondas agudas».
Las ondas agudas son sincronizaciones rítmicas de grupos extensos de neuronas en el hipocampo, una región clave del cerebro para la formación de recuerdos. Estas ondas, que ocurren en milisegundos, actúan como marcadores de eventos significativos durante el día. Según György Buzsáki, autor principal del estudio, los eventos diurnos seguidos de entre 5 y 20 ondas agudas se consolidan como recuerdos permanentes.
«Las ondas agudas son el mecanismo fisiológico utilizado por el cerebro para decidir qué recuerdos consolidar», explicó Buzsáki. Durante la noche, estas ondas ocurren con mayor frecuencia, lo que facilita que el cerebro condense y fortalezca las conexiones neuronales de los recuerdos etiquetados previamente.
El estudio utilizó experimentos con ratones para demostrar este proceso. Observaron cómo los roedores, después de recorrer un laberinto, experimentaban ondas agudas significativas durante el descanso, especialmente cuando estaban cerca de un bebedero con agua azucarada. Más tarde, al dormir, los ratones que experimentaron múltiples ondas agudas durante la noche recordaron mejor el recorrido del laberinto realizado antes del descanso.
Entonces, ¿por qué no recordamos todo lo que experimentamos? Según los expertos, recordar cada detalle sería energéticamente costoso para el cerebro, que ya utiliza una cantidad significativa de energía diaria. Este proceso selectivo nos permite priorizar los recuerdos más relevantes y significativos, optimizando así nuestros recursos cognitivos.
Aunque no recordemos todos los detalles, cada experiencia influye en nuestra capacidad para aprender y entender el mundo que nos rodea. Este estudio no solo ofrece un vistazo al proceso de formación de recuerdos, sino que también plantea nuevas preguntas sobre cómo nuestro cerebro gestiona y organiza la memoria a lo largo del tiempo.
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