La violencia en Gaza alcanzó un nuevo pico de tragedia este lunes, con un recuento de muertos que asciende a 36,050, según el Ministerio de Sanidad del enclave, controlado por Hamás. En las últimas 24 horas, 66 personas perdieron la vida a manos del fuego israelí, 45 de ellas en un devastador bombardeo contra un campo de refugiados en Rafah, al sur de la Franja. De las víctimas, 23 eran mujeres, niños o ancianos.
Los ataques también dejaron 383 personas heridas, 249 de ellas en Rafah, elevando el número total de heridos a 81,026 desde el inicio de los enfrentamientos el 7 de octubre.
El Ministerio de Sanidad de Gaza estima que aproximadamente 10,000 cuerpos permanecen atrapados bajo los escombros, ya que las ambulancias y los equipos de rescate no pueden acceder a ellos.
A pesar de la orden de la Corte Internacional de Justicia del viernes para detener la operación en Rafah, la ofensiva israelí continúa, desencadenando una ola de indignación y llamados a detener las hostilidades.
La fiscal principal del Ejército de Israel, Yifat Tomer Yerushalmi, reconoció la gravedad del bombardeo en Rafah y anunció que se está llevando a cabo una investigación sobre el incidente.
En medio de la devastación, más de un millón de personas han huido de la ciudad fronteriza de Rafah hacia el oeste, a las playas de Al Mawasi, donde se enfrentan a condiciones de vida precarias sin servicios básicos.
Hamás ha llamado a aumentar las actividades de protesta para detener la agresión israelí, mientras que Fatah ha acusado a la administración estadounidense y a algunos países europeos de ser cómplices en la masacre.
Organizaciones humanitarias como Médicos Sin Fronteras y la agencia de la ONU para los refugiados palestinos han condenado los ataques, describiéndolos como una noche sangrienta y aterradora.
Mientras tanto, el ejército israelí ha continuado sus operaciones en otras áreas de Gaza, bombardeando objetivos militares en Yabalia y la ciudad de Gaza, donde se han reportado más muertes.
La situación en Gaza sigue siendo desesperada, con un número creciente de víctimas civiles y un sufrimiento humano incalculable en medio de un conflicto sin fin a la vista.
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