Aunque el concepto de «huella de carbono» se vuelve más común, muchos aún se preguntan qué implica y cómo pueden los individuos mitigarla. Básicamente, es el impacto ambiental de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por las actividades diarias. Desde comprar alimentos hasta viajar, todo tiene un costo medioambiental.
El ecoturismo emerge como una opción responsable, siendo la única forma de viajar que promete no dañar el entorno. Amanda Guzmán, gerente de la Asociación de Ecoturismo, destaca que esta práctica permite conocer espacios naturales de manera sostenible, respetando el equilibrio y minimizando el impacto ambiental.
Actividades como cultura, gastronomía, senderismo y agroturismo permiten disfrutar de espacios protegidos mientras se contribuye al desarrollo socioeconómico local.
A pesar de los esfuerzos, evitar completamente la huella de carbono es difícil. El mercado voluntario de carbono permite a los viajeros comprar créditos proporcionales a las emisiones para financiar proyectos de reforestación o eficiencia energética. Esto alivia la presión ambiental del sector de viajes, que contribuye al 8% de las emisiones globales anuales de CO2.
Herramientas como CeroCO2, Carbon Footprint y flight2fart.com ayudan a calcular, reducir y compensar la huella de carbono de los viajes. Diversificar el medio de transporte es clave, ya que los aviones son los más contaminantes, mientras que el tren lidera en sostenibilidad.
El ecoturismo, al valorar y enriquecer el entorno, se presenta como una pieza clave para cambiar la sociedad. La creciente sensibilidad pública exige opciones más sostenibles en diversas áreas, desde la moda hasta la producción. Empresas de hostelería y energía también se suman a la tendencia de disminuir y compensar, marcando un cambio hacia un estilo de vida más respetuoso con el medio ambiente.
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