El secretario general de Gobierno, Lupe Torres, bien metido en su papel, ha dicho en varias ocasiones que las condiciones políticas y sociales que existen en San Luis Potosí son propicias para que el proceso electoral se lleve a cabo sin sobresaltos. El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Guzmar Ángel González, ha reiterado que los comicios serán prioridad y que se trabajará arduamente para atender cualquier incidencia. El Instituto Nacional Electoral (INE), por su parte, ha dejado claro que tiene miedo y que es necesario fortalecer todas las estrategias de seguridad para evitar sustitos. Más vale prevenINE.
La realidad es que el escenario que se tiene actualmente en las tierras del Potosí es muy similar al que se tenía en 2021 o en 2018; se ve tranquilo el asunto, pero hay una especie de Guerra Fría que no deja tranquilo a nadie, porque se sabe que, en cualquier momento, puede darse el primer ataque se fuego abierto y nadie quiere ser el blanco o la víctima colateral. Nadie merece serlo.
Por ello, no sorprende la petición que hacen los presidentes de los Consejos Distritales del INE, en el sentido de que se debe garantizar su seguridad durante el desarrollo del proceso, que hace falta traducir los discursos en acciones concretas y empezar a actuar desde ahora para disuadir cualquier situación que pueda alterar el orden que debe prevalecer durante la contienda electoral.
Villa de Reyes, por ejemplo, ha sido escenario de duros enfrentamientos, los cargos de elección popular se han pelado con balas y sangre. Tamasopo también ha tenido conflictos similares. Ébano se incluye en la lista y en el Altiplano tampoco se puede bajar la guardia. Hay muchos municipios que están al rojo vivo en vísperas electorales y las autoridades estatales cometerán un grave error si lo minimizan y no se preparan para actuar con urgencia.
El INE ya expuso el problema y no se puede negar que hay inseguridad y violencia (de esa que ya se ve de forma natural), pero seguramente también habrá de esa que surge cada tres años, cuando las ambiciones políticas están a flor de piel. Sobre eso es que se debe trabajar.
Cavilaciones:
Primera: Al diputado Rubén Guajardo le dio por el chapulineo; total el PRI y el PAN son uno mismo. Después de renegar de su partido, se aferra a ser candidato a la presidencia municipal capitalina siglado por el PRI. Esa es la buena. La mala: se agarró un mal padrino.
Segunda: En el Tribunal Electoral, la magistrada Denisse Porras, tiene un nuevo “gran reto” con la resolución del juicio de garantías que promovió el alcalde Enrique Galindo ¡Ay! Qué nervios.
Tercera: A ver si el auditor superior del Estado, Rodrigo Lecourtois; el delegado de la CONAGUA, Joel Félix, y el Gobierno del Estado se asoman a Villa de Guadalupe, donde el director de SAPSAM, Juan Carlos Pérez, y su cuñado, el alcalde con licencia de Matehuala, Iván Estrada, están desmantelando un pozo de agua que les cedieron en comodato. El hecho ya provocó afectaciones considerables a la población, pero todas las autoridades le hacen al Tío Lolo.