El crecimiento exponencial del turismo masivo ha generado tensiones significativas en las poblaciones locales, dando lugar al fenómeno social conocido como «turismofobia», según revelan expertos en el campo. Lydia Millán Sánchez, en su investigación titulada «Turismofobia: origen y evolución», señala que este concepto surgió en España en 2017, vinculado al rápido aumento del turismo en la costa mediterránea.
La turismofobia representa una problemática que impacta de manera negativa en diversos aspectos, tales como medioambientales, sociales, culturales y económicos, afectando la calidad de vida de las comunidades locales en destinos turísticos. Cristina Oehmichen Bazán, investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), advierte que esta tendencia puede incluso incitar protestas, en ocasiones violentas, contra los visitantes que saturan puntos de interés en ciudades como Venecia, París, Madrid y Barcelona.
La investigadora destaca que las empresas turísticas e inmobiliarias, en su expansión, ejercen una presión significativa sobre los gobiernos locales, eclipsando la influencia de la ciudadanía. Este fenómeno, según Bazán, es global y se manifiesta también en México y el resto de América Latina.
Los factores principales que alimentan la turismofobia y contribuyen al malestar social incluyen el aumento de los precios de viviendas, la privatización del espacio público, la congestión en las calles, el deterioro ambiental y urbano, la contaminación acústica, la estacionalidad laboral y las condiciones precarias de trabajo, el aumento del costo de vida, el crecimiento del turismo de cruceros, y la pérdida de la identidad local.
Lydia Millán Sánchez señala que la turismofobia a menudo surge debido a comportamientos desmesurados y escándalos públicos protagonizados por algunos turistas. En respuesta a este desafío, lugares emblemáticos como la Acrópolis de Atenas y Machu Picchu están regulando la afluencia de visitantes mediante análisis de la capacidad de carga turística para preservar su mantenimiento y conservación.
Gustavo López Pardo, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, sugiere medidas como la distribución de la presión turística hacia destinos cercanos, contribuyendo así a una redistribución más equitativa de los beneficios del turismo.
Cristina Oehmichen Bazán enfatiza la importancia de una cultura de turismo responsable, instando a los viajeros a respetar a las poblaciones locales y los entornos que visitan. Subraya la necesidad de la participación activa de gobiernos, agencias de viajes, tour operadores, hoteleros y los propios viajeros en la promoción de prácticas turísticas sostenibles y respetuosas.