Un reciente estudio realizado por la Universidad de Tulane ha revelado una conexión preocupante entre el hábito de agregar más sal a la comida y un mayor riesgo de enfermedad renal crónica (ERC). Esta investigación, que ha analizado datos del Biobanco del Reino Unido, destaca la importancia de revisar los hábitos alimenticios para prevenir problemas de salud significativos.
La enfermedad renal crónica, una afección cuyos costos no solo son financieros sino también sociales, según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tiene como principales causas en adultos la diabetes y la hipertensión. En niños, malformaciones congénitas de la vía urinaria y el riñón, así como glomerulonefritis, encabezan la lista.
René Olalde Carmona, egresado de la Facultad de Medicina (FM), destaca que una vez que se establece el daño en los riñones, es irreversible y progresa de manera continua. En etapas avanzadas, la diálisis o, en casos afortunados, un trasplante son necesarios.
Los signos y síntomas de la enfermedad renal crónica incluyen náuseas, vómitos, pérdida de apetito, fatiga, debilidad, problemas de sueño, cambios en la producción de orina, disminución de la agudeza mental y espasmos musculares.
Si bien el cuerpo humano necesita una pequeña cantidad de sodio para funciones vitales, como conducir impulsos nerviosos y mantener el equilibrio de agua y minerales, el consumo excesivo de sal está relacionado con problemas como la presión arterial alta, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
El estudio, que evaluó a participantes del Biobanco del Reino Unido de entre 37 y 73 años, encontró que aquellos que añadían más sal a sus comidas tenían más probabilidades de tener un índice de masa corporal más alto, fumar y tener diabetes o enfermedades cardiovasculares al inicio del estudio.
Durante un seguimiento de 11.8 años, se documentaron 22,031 incidentes de ERC. Comparados con aquellos que rara vez o nunca agregaban sal adicional, los participantes que practicaban este hábito tenían un mayor riesgo de desarrollar enfermedad renal crónica.
Los resultados, publicados en ‘Jama Network’, sugieren que reducir la frecuencia de agregar sal a los alimentos en la mesa podría ser una estrategia valiosa para disminuir el riesgo de enfermedad renal crónica en la población general.