El sismo de magnitud 7,6 que sacudió la Prefectura de Ishikawa en Japón el pasado 1 de enero ha dejado un rastro devastador, con autoridades locales elevando la cifra de muertos a 94 y de desaparecidos a 242. Las localidades más afectadas, Wajima y Suzu, han registrado numerosas viviendas colapsadas, y las tareas de rescate continúan, aunque las esperanzas de encontrar supervivientes se desvanecen.
La Guardia Costera japonesa se ha sumado a la búsqueda de personas arrastradas por las subidas de marea, utilizando un avión y una lancha en la operación. Sin embargo, las dificultades persisten debido a las réplicas pronosticadas durante la semana y las siguientes, junto con las lluvias que podrían provocar deslizamientos de tierra y obstaculizar las operaciones de rescate.
En Wajima, donde al menos 55 personas perdieron la vida, y en Suzu, con 23 fallecidos confirmados, la situación es especialmente crítica. Municipios como Hakui, Noto y Anamizu también han registrado pérdidas significativas.
El día trajo una nota de esperanza con el rescate de una mujer de la tercera edad en Suzu. La sobreviviente fue encontrada bajo los escombros gracias a una perra de rescate llamada Jennifer, perteneciente a los bomberos de Osaka.
Los esfuerzos de rescate involucran a más de 1,100 miembros de la Agencia Nacional de Policía y casi 5,000 efectivos de las Fuerzas de Auto Defensa. Sin embargo, más de 160 personas aún están incomunicadas debido a los daños en las carreteras, y más de 30,000 personas se encuentran evacuadas en 370 refugios. Además, alrededor de 27,000 hogares continúan sin electricidad, y 68,000 están sin agua en la región.
El sismo en la península de Noto, conocida por tener fallas activas, ha superado en devastación al terremoto de 2011 en Japón, situándose como el más destructivo desde el desastre nuclear de Fukushima. Este último, en 2011, provocó un tsunami y dejó más de 20,000 muertos, siendo el peor desde el de Chernóbil en 1986.
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