Un estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) revela que aproximadamente el 30% de la población mundial enfrenta inseguridad alimentaria. Este informe resalta la preocupante situación en la que se encuentra la seguridad alimentaria a nivel global y advierte que los países están lejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en la Agenda 2030.
El estudio también señala que, a pesar de ciertas mejoras, los precios de los alimentos continúan siendo «anormalmente altos», superando el 21% según datos de 2021, en comparación con el promedio del 15.2% registrado entre 2015 y 2019.
Las regiones más afectadas por estos altos precios se encuentran en el este de Asia y el norte de África, según José Rosero Moncayo, director de la división de estadísticas de la FAO.
El informe destaca que el hambre afecta a una amplia gama de personas, con estimaciones que oscilan entre 691 millones y 783 millones de personas en 2022. Este problema no se limita a países en desarrollo, ya que la inseguridad alimentaria también se encuentra en países desarrollados, aunque a una escala mucho menor.
La pandemia de COVID-19, el cambio climático y los conflictos armados han tenido un impacto generalizado en los objetivos de la Agenda 2030, incluyendo la pobreza, la seguridad alimentaria, la nutrición, la salud y el medio ambiente. El progreso logrado en las últimas dos décadas se ha estancado o incluso ha retrocedido en algunos casos.
Para abordar estos desafíos, se enfatiza la necesidad de transformar los sistemas agroalimentarios para que sean más resistentes. Esto es fundamental ya que los conflictos, los eventos climáticos extremos y las fluctuaciones económicas son realidades que persistirán.
La FAO también destaca la importancia de mejorar los ingresos y los derechos de los pequeños agricultores, así como de reducir el impacto medioambiental de la agricultura para garantizar la diversidad genética de plantas y animales necesarios para la alimentación.
El estudio concluye instando a los países a mejorar la recopilación de datos esenciales para implementar medidas efectivas en estas áreas críticas. La seguridad alimentaria es un problema global que requiere un enfoque colectivo y un compromiso continuo para abordar sus causas subyacentes y mejorar las condiciones de vida de millones de personas en todo el mundo.
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