Los hongos de la muerte, conocidos científicamente como Amanita phalloides, son considerados los hongos más letales del mundo y son responsables del 90% de las muertes relacionadas con setas cada año, según un estudio australiano. Estos hongos son originarios del Reino Unido y algunas zonas de Irlanda, pero en el último siglo se han extendido a lugares como Australia, Nueva Zelanda y Norteamérica.
Su nombre proviene de su peligrosidad, ya que contienen amatoxinas, un conjunto único de toxinas que pueden causar daños graves en el hígado, los riñones e incluso la muerte en algunos casos. A pesar de su peligrosidad, estos hongos pueden ser difíciles de distinguir de las setas comestibles, ya que tienen un aspecto similar.
La propagación de estos hongos en Norteamérica, en particular en California, ha sido un enigma. Se cree que llegaron inadvertidamente en el suelo de plantas importadas y se han adaptado a diferentes entornos en toda Europa, creciendo desde Suecia hasta España y el norte de África. Los científicos aún no tienen una explicación clara de por qué se han propagado tan rápidamente en Norteamérica.
Estos hongos son micorrícicos, lo que significa que tienen una relación simbiótica con las plantas, beneficiándose mutuamente. Las plantas obtienen nutrientes del suelo a través del hongo, y el hongo recibe azúcares de la planta.
Detectar un hongo de la muerte requiere vigilancia, ya que a simple vista puede parecerse a setas comestibles. No tienen un olor característico ni proporcionan indicaciones obvias de su toxicidad. Los científicos recomiendan evitar la búsqueda de setas a menos que se tenga experiencia en su identificación, ya que confundirlas con setas comestibles puede ser peligroso.
La concienciación sobre los peligros de buscar setas y la colaboración con grupos de científicos especializados en setas son importantes para prevenir accidentes relacionados con estos hongos. Si alguien consume un hongo y está preocupado, se aconseja buscar atención médica y, si es posible, llevar muestras del hongo para su identificación. Además, se enfatiza que no se debe consumir ningún hongo basándose únicamente en su apariencia.
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