La angustia ante la posibilidad de estar enfermo, comúnmente conocida como hipocondría, es un trastorno que afecta a una considerable parte de la población en México. Según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Psiquiatría Dr. Ramón de la Fuente Muñiz y reportados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 14 de cada 100 personas en el país experimentan algún tipo de hipocondría en algún momento de sus vidas.
La hipocondría, también conocida como trastorno de ansiedad por enfermedad, se caracteriza por la creencia constante de que los síntomas físicos son indicativos de enfermedades graves. Este trastorno puede manifestarse en diferentes niveles; algunas personas pueden experimentar esta preocupación por un corto período y luego seguir con sus vidas, mientras que otras pueden verse gravemente afectadas, llegando a tener limitaciones en su funcionamiento cotidiano debido a la constante preocupación por sus síntomas.
Los expertos señalan que, en algunos casos, la depresión o la ansiedad pueden manifestarse antes de la hipocondría. Sin embargo, también es posible que primero se desarrolle este trastorno y luego se presenten la ansiedad o la depresión.
Factores como la educación en el hogar y la forma en que las personas interactúan pueden contribuir al desarrollo de la hipocondría. La manera en que se recibió atención médica durante la infancia puede influir en la formación de esta condición. Además, el uso excesivo de la tecnología, especialmente en edades tempranas, puede ser un factor desencadenante.
Las personas que padecen hipocondría pueden recurrir a la automedicación, evitar la atención médica por completo o buscar diagnósticos de los profesionales de la salud para confirmar sus preocupaciones. Esto puede llevar a un ciclo de ansiedad y evitación que obstaculiza la búsqueda de atención médica adecuada.
Los especialistas enfatizan la importancia de no reaccionar de manera instantánea y alarmante ante cualquier síntoma en el cuerpo. En lugar de eso, se recomienda esperar y observar si los síntomas persisten durante un período prolongado, generalmente alrededor de seis meses, antes de considerar la posibilidad de un trastorno de ansiedad por enfermedad. La terapia cognitivo-conductual se presenta como una opción eficaz para tratar este trastorno, ayudando a los individuos a cambiar su percepción del riesgo en relación con su salud.
