Joe Metheny parecía era un hombre común de la ciudad de Baltimore, Maryland, hijo de padres trabajadores, con una linda esposa y trabajo estable, pero este estadounidense ocultaba un escalofriante secreto.
La vida de Joe se arruinó cuando probó las drogas, situación que también llevó a la perdisición a su novia. Tras un mal momento, la pareja de Joe decidió abandonarlo para irse con quien los abastecia de droga; un golpe muy fuerte para Joe pues lo alejaron de su hijo.
En un principio Metheny no conocía el paradero de su familia, tiempo después descubrió que su familia estaba viviendo con la persona que le proveía drogas, él intento buscarlos y fue ahí cuando se enteró que las autoridades pusieron en adopción al niño bajo el cargo de negligencia y abuso infantil. Atormentado, Joe culpó a su exmujer de perder al menor y perdió los estribos.
El hombre buscó venganza en la muerte de un grupo de personas que frecuentaba su expareja. Las primeras víctimas fueron dos dealers en situación de calle: en un ataque de furia, los asesinó debajo de un puente y escondió sus cuerpos.
En el afan de hacer justicia, Joe asesinó a personas que sabía que eran cercanas a su expareja y a su diler, pero nunca logró localizarlos. Era tanta su ira que en un momemnto de locura decidió ya no deshacerse de los cuerpos de sus victimas y en su lugar los cortaba en pedazoz y los metió en trastes en su nevera.
Cuando Joe Metheny reunió demasiada carne, decidió mezclar la carne de sus víctimas con carne de cerdo e hizo unas hamburguesas que luego comenzó a vender en un puesto callejero y, según sus declaraciones, él comió de esa carne, como si se tratase de cualquier otro animal.
La última víctima de Metheny fue una mujer que él secuestró el 8 de diciembre de 1996. Se trataba de Rita Kemper, quien consiguió escapar un momento antes de que el criminal intentara violarla e hizo la denuncia. Después de que la mujer contará lo sucedido, los policías salieron en busca de Joe y en poco tiempo llegaron al remolque donde Metheny vivía y lo arrestaron. No le quedo más que confesar.