Esta semana la Oficina de Inteligencia Nacional de Australia, recibió una subvención de más de 600,000 dólares, con el fin de avanzar en la investigación teórica y desarrollo en el entrelazamiento de la Inteligencia Artificial con el cerebro humana, una mezcla entre la bioética y tecnología que promete ser una revolución en el campo de la neurociencia y la IA, con el fin de implementar estos avances en robots u organismos que puedan aprender de forma autónoma y evolucionada.
El programa tiene como objetivo hacer crecer las células del cerebro humano en chips de silicio, creando capacidades notables en el ámbito del aprendizaje automático. Las arquitecturas de aprendizaje profundo tienen muchas capas de filtro consecutivas, que son cruciales para identificar las clases de entrada. En suma, la complejidad matemática que subyace al entrenamiento de aprendizaje profundo de las IAs está claramente mucho más allá de la comprensión biológica. Aquí es donde pretende avanzar la nueva investigación.
El profesor asociado de la Universidad de Monash, Adeel Razi, es el encargado de liderar a este grupo de expertos en la búsqueda del desarrollo tecnológico que cambie al mundo, imaginar una máquina con la capacidad de aprender a lo largo de su vida y usar ese aprendizaje para evolucionar y aplicarlo en otro tipo de tareas, abre la puerta a un sin fin de posibilidades en beneficio de la humanidad.
Se busca replicar esta capacidad que tiene el cerebro humano de generar conexiones de aprendizajes profundas y usarlas a lo largo de su vida para dar solución a lo que se presente, ya que uno de los problemas actuales de la inteligencia Artificial es su terrible capacidad de olvido, ya que al aprender una nueva tarea olvidan la anterior.
«Utilizaremos esta subvención para desarrollar mejores máquinas de inteligencia artificial que repliquen la capacidad de aprendizaje de estas redes neuronales biológicas», Esto nos ayudará a ampliar la capacidad del hardware», comentó el jefe científico, Adeel Razi.
El desarrollo y solución teórica de este problema tendra su práctica en el múltiples campos de biotecnología, robótica e interfaces cerebro-máquina, aunque también plantea una fuerte pregunta a la moral y ética, el dotar a una máquina de todas las cualidades de un ser vivo ¿no lo convierte en alguien con los mismos derechos de vida que tenemos?.
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