El 28 de junio, 1984 las autoridades de Los Ángeles acudieron a un conjunto de departamentos en Glassell Park tras recibir el reporte de una persona asesinada. Lo que encontraron al llegar a la escena del crimen fue desgarrador: Jennie Vincow, una mujer de 79 años, había sido apuñalada mientras dormía. Su cuerpo presentaba heridas en la cabeza, cuello y pecho; su sangre inundaba la habitación.
Sin saberlo, la policía de California había descubierto la primera de una docena de víctimas atribuidas a Richard Ramírez, quien se convirtió en un auténtico terror nocturno durante los años de 1984 y 1985.
Ricardo Leyva Muñoz Ramírez, nació el 29 de febrero de 1960 en Texas, creció en un hogar marcado por la violencia. Su padre, un expolicía de Ciudad Juárez, acostumbraba golpearlo hasta cansarse. Sumado a lo anterior, se dice que su primo, un veterano de la Guerra de Vietnam, propició su insensibilidad al mostrarle imágenes de violaciones, tortura y asesinatos que el ejército estadounidense cometió en terrenos asiáticos.
Durante su adolescencia, Richard (como le decían sus amigos) se convirtió en un delincuente menor, consumidor habitual de LSD, amante de la violencia sexual y ferviente creyente del satanismo. Su carrera criminal fue aumentando y pasó de cometer pequeños robos en habitaciones de hotel a intentar violar a una mujer.
A los 22 años, Richard se mudó a California, fue ahí donde mató a su primera víctima, se dice que él secuestró y mató a una niña de 9 años, a la que engañó para llevarla al sótano de un edificio de departamentos, lamentablemente no se le dictó alguna sentencia.
Entre junio de 1984 y agosto de 1985, Ramírez asesinó a trece personas, lo hizo siguiendo un modus operandi preciso: seguía a sus víctimas por poco tiempo, no marcaba un patrón claro entre ellas y variaba en las escenas para despistar a la policía; a veces dibujaba símbolos satánicos en las paredes, en otras ocasiones robaba pertenencias de sus víctimas para que las investigaciones se centraran en un robo.
¿Cómo detuvieron a Richard?
La noche del 24 de agosto de 1985, Richard Ramírez entró a la casa de Inez Erickson y su prometido, Bill Carns. El ruido de tres disparos despertó a la mujer, quien encontró al hombre que amaba rodeado por sangre y a un desconocido apuntándole con un arma. Durante las siguientes horas, Inez fue una presa más del “Night Stalker”. Fue golpeada, robada, drogada y violada. Al terminar la noche, Ramírez salió de la casa, lo que permitió que Erickson pudiera escapar y pedir ayuda.
Con la descripción otorgada por Inez, la policía inició la búsqueda del asesino serial. Gracias a esto se pudo encontrar uno de los vehículos que Ramírez había robado para cometer sus crímenes y recuperar una huella digital. Eso permitió que el “acosador nocturno” tuviera rostro y nombre por primera vez. El 31 de agosto, el hombre fue detenido después de que intentó robar el auto de un matrimonio de Boyle Heights, California.
Tras un largo interrogatorio, Richard confesó sus crímenes. No sentía culpa, ni pena. Por el contrario, estaba orgulloso. El 20 de septiembre de 1989, Richard Ramírez fue encontrado culpable de 13 asesinatos, cinco intentos de asesinato, once violaciones y catorce robos calificados. La pena, dictada por un jurado atemorizado, llevaría al criminal a la cámara de gases.
Richard Ramírez no murió por órdenes judiciales. En junio de 2013, con más de 20 años de condena, el sujeto falleció a causa de linfomas de células B. Su cuerpo no fue reclamado y terminó en una fosa común del estado.
