El nacimiento es considerado un evento traumático en la vida humana, ya que venimos ayudados por manos extrañas que nos arrebatan de ese lugar plácido y acogedor conocido hasta ese momento. Nunca existirá un lugar donde podamos estar más seguros y queridos que el vientre materno.
Antes de nacer y días después de venir al mundo, es el instante en que nuestro cerebro experimenta mayor crecimiento neuronal. Unas neuronas se van superponiendo a las otras en un proceso intenso y lleno de energía.
Los recuerdos no se mantienen porque la neurogénesis neuronal es demasiado intensa, unas estructuras se sobreponen a las otras y los recuerdos no permanecen porque aparecen neuronas nuevas.
El recuerdo no es estable en esos primeros instantes de vida a causa de ese crecimiento continuo. Llegados los cinco o seis meses el proceso se estabiliza. Siguen apareciendo neuronas nuevas, pero no de manera intensa. Se sabe que el recuerde puedes estabilizarse y perdurar cumplidos los 6 o 7 años, el proceso se va a invertir, algunas neuronas empiezan ya a desaparecer.
De ahí, que el periodo evolutivo más intenso para un niño, sean entre el año y los 5 años. Son denominados como “esponjas” ávidas de conocimiento, ese momento en que son capaces de aprender varios idiomas a la vez. Sin embargo, serán capaces de recordar sus primeros momentos de vida.
Son muchos los experimentos que se han realizado al respecto, demostrándonos que, efectivamente, es mucho más fácil recordar aquello podemos explicar con palabras. El cerebro lo organiza y lo almacena mejor en el hipocampo, esa estructura asociada a la memoria.