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¿Y entonces…?

* Por Carlos Pérez García

 “El Estado soy yo”, dicen que nos dice a los mexicanos, o algo así con relación a su creciente poder. Pero, en realidad, esa frase está en los registros de la Francia del joven rey Luis XIV, a quien se le atribuye haberla pronunciado el 13 de abril de 1655 ante el Parlamento, si bien esto nunca se ha confirmado. Ojo, podemos ver ya hacia dónde va todo ello.

La decisión casi unánime de la Suprema Corte de detener el autoritarismo del poder Ejecutivo y declarar inexistente el conjunto de leyes denominado “plan B”, en su primer paquete, hizo aún más evidente la tendencia dictatorial o antidemocrática del actual presidente en un grado que nunca se había visto en nuestro país, incluso la actitud se ha calificado de unipersonal o autocrática.

Se revisaron las reglas parlamentarias del Congreso, sin discutir los contenidos del paquete que incluye partes claramente violatorias de la Constitución con lo que le hubiera ido peor al régimen, pero eso ya no tiene importancia práctica. Sí, se sienta un precedente para el segundo paquete que fue aprobado de manera similar, al igual que una avalancha de decisiones que tomaron los legisladores de la coalición de AMLO en forma atropellada al cierre del período.

Todo ello resultó de las decisiones de López Obrador, quien exigía que sus diputados y senadores avasallaran a la oposición e hizo que se vieran muy mal al aprobar reformas legales sin conocerlas. Aunque el propio presidente haya generado la colosal derrota, él regresó a lo de siempre: acusar a la Corte de impedir su transformación, de estar en contra del “pueblo” y de otras tonterías (altos costos, privilegios, maldad, ideología).

Fue él quien creó el problema y ahora se queja de que obviamente no hayan aceptado sus ideas, pues no parece reconocer que pueda haber límites a su voluntad. La gente no quería tantos obstáculos en las decisiones técnicas o democráticas de estas décadas, pero se confirma hoy una vocación tiránica: los otros dos poderes estarían para cumplir sus caprichos, no para debatir (el Congreso) y convalidar (la Corte).

Es aquí donde se aprecia mejor la intención golpista. Miren, esto se da cuando un grupo busca apoderarse de manera ilegal del Estado, pero en estos casos no es desde fuera del gobierno, sino a partir del poder Ejecutivo que forma parte del conjunto, con la idea de continuar en el poder. Ya ha sucedido en Nicaragua o Venezuela,

Se ha preparado el terreno para un Golpe de Estado silencioso y, en diversos casos, AMLO ha mostrado ya que no es una persona fiable en la democracia, ya sea que se haga la víctima de quienes no lo dejan hacer su “transformación” o que provoque crisis que requieran medidas extraordinarias.

Como nos comenta J. Suárez-Vélez (Reforma, mayo 11) la mayoría eligió al candidato de un partido a la Presidencia y le concedió mayorías legislativas. Pero el diseño es más complejo con tres poderes que tienen funciones distintas y tiempos diferentes: no se arman alrededor del partido que prevalezca en un momento dado, sino que la Cámara Baja se renueva cada tres años y el Senado cada seis, al igual que el Ejecutivo, en tanto que la Corte incluye períodos transexenales.

Así la separación de poderes fomenta contrapesos y protege a las minorías. Pero Morena plantea el absurdo de que los ministros se elijan por voto popular, aunque no le competa a éste y puedan generarse casos muy arbitrarios. En lugar de juristas serios y experimentados, podríamos tener en la Corte el equivalente a Cuauhtémoc Blanco o Juanito de Iztapalapa, para validar ocurrencias sin chistar.

La Corte le recordó al Legislativo su obligación de deliberar, discutir y analizar una iniciativa de Ley antes de aprobarla, aunque el mencionado carácter unipersonal de una dictadura no se ha visto en México. Si acaso López de Santa Anna se acercó (a un costo enorme) pues no fueron todopoderosos los oaxaqueños, Juárez y Díaz, que ya administraban las tensiones de los diversos grupos.

Si nunca funcionó “el país de un solo hombre”, ahora mucho menos. Estamos “a la espera de que pase el tiempo, y ‘el alienado’ se vaya…” (M Schettino, El Financiero, mayo 10). A ver qué puede rescatarse.

Hacia allá parece ir todo.

cpgeneral@gmail.com

@cpgarcieral

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