El Arzobispo de San Luis Potosí Jorge Alberto Cavazos Arizpe este 10 de mayo ha hecho extensiva una felicitación a todas las madres potosinas, reconociendo su entrega y amor, así como ser una parte fundamental de la sociedad como pilares de vida y de fe.
«Saludo fraternalmente a todas las mamás, auténticos pilares de la vida y de la transmisión de la fe y de los valores cristianos; y a las mamás de las mamás, las abuelas, que son una continuación del amor de nuestras madres.
El Día de las Madres es la oportunidad para expresar realmente nuestra gratitud a nuestras mamás por todo el amor que han demostrado a lo largo de los años. También es un día en el que contemplamos el misterio de la mujer, que es portadora de vida, pues sólo ella tiene este privilegio.
Es por eso que, junto a la dicha de engendrar, se le han concedido virtudes, valores y destrezas que la animan, la socorren y la fortalecen para llevar a plenitud su loable misión. Por tanto, me gustaría compartirles cuatro valores que hacen a las madres únicas e irremplazables:
Una madre es comprensión: sus palabras calman, sus caricias sanan y sus besos reconfortan. Nadie conoce mejor a sus hijos que su propia madre. El alto nivel de percepción de una madre, desarrollado por ese fuente vínculo que hay con el hijo, la hace en definitiva, la portadora por excelencia del valor de la comprensión.
Una madre es responsabilidad: una madre vela por el bienestar de sus hijos y de su hogar cueste lo que le cueste, asume su rol con entereza y cumple sus deberes con diligencia.
Una madre es paciencia: paciente ante las situaciones arduas e ineludibles de la vida, paciente ante los conflictos naturales que se presentan en el núcleo familiar, paciente ante las incansables enseñanzas para hacer de sus hijos personas íntegras y valerosas.
Una madre es amor: el amor a los hijos es único y particular, perpetuo, transparente, carente de egoísmo y de ambición personal. Por este amor la madre desafía hasta sus propias capacidades y realiza actos verdaderamente increíbles.
Finalmente, les reiteró mi oración por todas nuestras madres, especialmente por las que ya no están entre nosotros aquí, pero que viven en nuestros corazones. Que María Santísima, la Madre del verdadero Dios por quien se vive, les acompañe siempre en esta santa misión de ser mamás.»
Seguiremos informando.