Criar a un niño puede ser un reto, y es que aun en las mejores circunstancias, sus comportamientos y emociones pueden cambiar con frecuencia y rápidamente, hay momentos en que todo niño se pone triste o está ansioso, irritable o agresivo, a veces resulta difícil para los niños quedarse quietos, prestar atención o interactuar con los demás, en la mayoría de los casos, estas son solo fases normales del desarrollo, sin embargo, en el caso de algunos niños, estos comportamientos pueden indicar un problema más grave.
Los trastornos mentales pueden comenzar en la niñez, algunos ejemplos incluyen trastornos de ansiedad, trastorno de déficit de atención con hiperactividad, trastorno del espectro autista, depresión y otros trastornos del estado de ánimo, y otros trastornos de la alimentación, sin tratamiento, estos trastornos de salud mental pueden impedir que los niños alcancen su máximo potencial.
Pero ¿cómo podemos distinguir entre los comportamientos desafiantes y las emociones que son parte normal del crecimiento y los que son motivo de preocupación? En general, considere buscar ayuda si el comportamiento de su hijo persiste durante algunas semanas o más, ocasiona angustia a su hijo o su familia, o interfiere con su desempeño en la escuela, en la casa o con sus amigos.
Es importante crear conciencia y más si nosotros formamos parte del contexto social o familiar de un infante, pues muchas veces creemos que al ser niños no entienden muchas cosas que nos rodean, sin embargo, las generaciones de hoy en día tienen tanta exposición a información que muchas de las veces no es adecuada para su edad o atenta de manera indirecta en el bienestar psicológico del pequeño.
Como quizá ya lo hayan escuchado alguna vez: “Los niños son una esponja” y cada infante es un reflejo de su dinámica familiar, por eso es muy importante cuidar los ejemplos que le damos a nuestros hijos, pues ellos aprenden más de tus acciones que de tus palabras, cabe resaltar que la comunicación también es un aspecto muy importante, debemos aprender a tener una comunicación clara, firme y amorosa, para así crear un vínculo de respeto y confianza.
Muchas veces los adultos aprendemos cosas muy interesantes de los niños, pues, en general, ellos poseen la capacidad de ver el mundo sin malicia ni preocupaciones, disfrutan de la vida, corren, brincan y ríen, y viven cada día con el sueño firme de convertirse en un maravilloso adulto, fomentemos infancias felices, pero a la vez encaminemos a nuestros niños a ser personas resilientes y fuertes ante las situaciones de la vida.
Estefanía López Paulín
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