El mexicano Sergio Pérez volvió a dar una tremenda demostración en el Gran Premio de Australia, aunque la final las pésimas decisiones de los comisarios por poco echan a perder, lo que puedo haber sido una mayor suma de puntos para el tapatío.
Checo arrancó desde la última posición de la parrilla de salida ante una desastrosa actuación en la Q1 del viernes por la noche. Minutos antes de la carrera, Red Bull había informado que haría ajustes a su monoplaza, lo que provocó que Checo saliera desde el pit lane.
Estos ajustes, los cuales constaron de montar una tercera batería y el tercer control de electrónicos, vaya que dieron resultado, pues el mexicano corrió sin problemas, lejano a los imperfectos que presentó durante el jueves y viernes.
Claro que los abandonos de tipos como Charles Leclerc, Alex Albon y George Russell, fueron ayudando al mexicano a ir subiendo de posición.
La demostración de Checo iba perfecta, dejó atrás a tipos como Nico Hulkenberg y Lando Norris hasta que se presentó la bandera roja tras un incidente de Kevin Magnussen en la vuelta 57. El arranque, que se dio desde la parrilla de salida y que provocó el múltiple incidente que dejó fuera a los pilotos Alpine, mandó a Checo hasta la décima posición cuando aspiraba al sexto lugar.
Luego de más de 20 minutos de analizar cómo arrancarían los pilotos, se definió que el mexicano lo haría desde el sexto sitio, lo que le ayudó a rescatar un quinto lugar, ante la sanción a Carlos Sainz de cinco segundos, la suma de 10 puntos y uno más por la vuelta rápida que, además, le valió la designación de piloto del día.
De esta manera, Checo se mantiene en la segunda posición de la tabla de pilotos con 54 puntos, a 15 de Max Verstappen y a nueve de ventaja de Fernando Alonso.