Nunca alcanzaremos un ideal, pues queda demasiado por cambiar y mejorar. Al rato le podremos dedicar algo de tiempo y que no nos agarre tan desprevenidos. Un viraje y una reconstrucción tendrán múltiples facetas y no bastará con la lógica, la pasión o las buenas intenciones. Tenemos que triunfar en un gran esfuerzo: cumplir y tomar decisiones con oportunidad, visión e inteligencia para lograr un crecimiento estable.
Hay diversas ideas que pudieran sonar de cierta actualidad y provocar una interesante discusión entre los observadores de la realidad mexicana. Decía el filósofo griego Platón (427-347 a C): “Aquéllos que pueden ver más allá de las sombras y mentiras de sus culturas, nunca serán entendidos y mucho menos comprendidos por las masas”. “Nadie es más odiado, que aquel que dice la verdad”.
De todo ello puede interpretarse que la política no es un campo propicio para la gente buena e ingenua, que dice lo que piensa y suele ser la verdad. Es correcto, en su versión más eficaz requiere mañas, medias verdades, mentiras piadosas, silencios convenientes y así. Pero a la larga no triunfa la mentira y el engaño (la demagogia), dado que la verdad y la confianza tienen mucha fuerza a mayor plazo y conforme la población se educa y se aleja del fanatismo.
Aunque poetas bien intencionados digan lo contrario, la mentira puede funcionar (demasiado tiempo, quizá) sobre todo en períodos electorales o en dictaduras incluso de diverso origen (Mao, Stalin, Hitler, Mussolini, Perón, Chávez…) y hasta con una elevada popularidad. En general, oigan, la gente quiere creer en algo y que sea atractivo (fácil, positivo, esperanzador… aunque a menudo se necesita tiempo y sacrificio).
Quienes se oponen a un populista demagogo (son casi lo mismo, dicen diccionarios) deben aceptar que eso no es nada fácil, pues se hará la víctima para ganar simpatías y apelará hasta a lo religioso o patriotero junto a sus promesas renovadas de cambio y mejora (soluciones mágicas y muy simples). Igual, de este lado, se tienen que usar diversos trucos a fin de quitarle la iniciativa, exhibirlo sin humillarlo con armas similares a las que la 4T ha empleado bien y mal, en el entendido de que la lucha será contra él (vivo o muerto) y su legado.
De ningún modo se propone competirle en mentiras al lopezobradorismo, pero sí hay que utilizar varias de sus propias armas y, claro, hacerlo de una mejor manera. Tal es el caso de la distribución de efectivo en sus programas sociales a nivel general sin contrapartidas ni duración precisa.
Dado que se toma a Dinamarca de modelo en importantes áreas públicas como Salud, en México se dice ahora que allá las personas que reciben algún tipo de ayuda social están inhabilitadas para votar. De esa forma se evita que la ciudadanía se vuelva clientelar con votantes cautivos. Así, se sugiere en redes que en nuestro país empecemos por imitarlos en esta restricción, lo cual desde luego no le parecería a la 4T, pero, al menos en parte, puede ser una idea audaz e interesante.
Las transferencias de dinero a la población no deben satanizarse ni descartarse, aunque AMLO diga que la oposición las eliminará en caso de derrotar a su 4T. Eso sí, claro, es probable que tengan que hacerse de modo más cuidadoso y racional dentro del marco de su financiamiento a mayor plazo. En realidad, la revisión no se justificaría tanto en los ejemplos de apoyo a madres solteras, a minusválidos, a ciertos enfermos, a estudiantes que sobresalen, a ancianos en pobreza extrema. Son desafíos administrativos por resolver.
Habrá que pensarle qué quitar, qué dejar, qué fortalecer, qué transparentar para que el conjunto se justifique y funcione mejor. Algunos de estos programas se deberán vincular más a lo académico y la capacitación, así como a las perspectivas de empleo productivo en una economía abierta que crece. Dura tarea; urgente.
Y tengamos presente a Aristóteles (384-322 a C) frente a Platón: “Sólo una mente educada puede entender un pensamiento diferente al suyo sin necesidad de aceptarlo”.
