Familias enteras en su mayoría, de procedencia acomodada, clases medias, sectores populares y trabajadoras y trabajadores (también en compañía de los suyos) acudieron a la marcha por Paseo de la Reforma y al mitin en la Plaza de la República con una consigna: defender al INE.
Los organizadores anunciaron que la participación alcanzó 200 mil personas, mientras del otro lado la autoridad de la Ciudad de México estimó la concurrencia en 12 mil. Aún con esos cálculos tan dispares, fue notorio el ánimo que desplegaron en la caminata mujeres y hombres, jóvenes y niños. De ellos se evidenció el escaso entrenamiento en las lides de la protesta. Llegaron a lo que iban, a gritar: “¡El INE no se toca, el INE no se toca…!”
La intersección entre Paseo de la Reforma y la avenida Sevilla, al pie de la columna del Ángel de la Independencia, resultó insuficiente como punto de reunión. La llegada de personas por todos lados propició que miles decidieran iniciar la caminata desde una hora antes a la programada, para salir en dirección al Monumento a la Revolución. La multitud casi colmaba ya la Plaza de la República cuando apenas comenzaba a caminar la vanguardia de la marcha, donde se encontraba José Woldenberg, el primer presidente del Consejo General del IFE, quien fue el encargado de dar un discurso como orador único.
Sobre los carriles de Paseo de la Reforma, desde las oficinas centrales del IMSS, hasta lo que fue la glorieta a Colón y ahora es conocida como la glorieta de las mujeres, se formó un río humano. Caminaban hasta mujeres ancianas, muchas de ellas acompañadas de sus maridos, de sus hijos y nietos y también se dejaron ver personajes de la vida política y pública.
El presidente del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, encabezó un contingente de 20 mil militantes de su partido. Con una larga manta que dejaba ver “El INE es intocable”, el campechano recibió respaldo de sus seguidores: “¡Duro Alito, con todooo!” Llegaron también Elba Esther Gordillo y la senadora Beatriz Paredes, en silla de ruedas, pues se recupera de una intervención.
Protegido por un compacto contingente de panistas llegó de sombrero Vicente Fox Quesada, junto con Marko Cortés y, a un costado de ellos, Santiago Creel Miranda. También fueron vistos Porfirio Muñoz Ledo, Francisco Labastida Ochoa, José Narro Robles, Ulises Ruiz, Claudia Ruiz Massieu, Roberto Madrazo y Javier Lozano, entre otros.
Copiosa participación
No obstante, lo relevante fue la numerosa participación de las familias y su expresión –durante el trayecto– por cuidar al INE. Fue tal la asistencia que en las calles aledañas y en las bifurcaciones a Reforma las personas continuaban sumándose a la marcha. En dos cuadras de la avenida Morelos se observó una fila de camiones y peseros.
Para las 11 de la mañana la multitud ya había colmado la plaza del Monumento a la Revolución y sus vías adyacentes: la Avenida de la República –donde se instaló una pantalla gigante para transmitir el mitin–, José María Lafragua, Ignacio Ramírez, Ponciano Arriaga y Gómez Farías. Y así, 10 minutos antes de las 12, Woldenberg, solo, subió al templete.
Emitió un mensaje en defensa de la democracia: “Estamos aquí ejerciendo nuestros derechos; el derecho a manifestarnos, a opinar, a reunirnos de manera pacífica para expresar nuestros deseos y aspiraciones. Dejamos atrás el país de un solo partido, de un presidencialismo opresivo, para abrirle paso a elecciones limpias y creíbles”.
Tras señalar que la titularidad del Poder Ejecutivo ha cambiado, que el Poder Legislativo ha registrado las preferencias de millones de mexicanos y las minorías de ayer son las mayorías de hoy, apuntó: “El problema mayúsculo, el que nos ha traído aquí, el que nos obliga a salir a las calles, es que se quiere destruir desde el gobierno –le interrumpió un coro: ‘el INE no se toca, el INE no se toca’– es necesario insistir en eso porque significa no sólo una agresión a las instituciones existentes, sino a la imposibilidad de procesar nuestra vida política en un formato democrático”.
Y consideró en su crítica que “México no puede volver a una institución electoral alineada con el gobierno; nuestro país no merece regresar al pasado, porque lo construido permite elecciones auténticas y es la piedra angular de todo sistema democrático”.
De ahí, adujo que “desde la última reforma electoral en 2014, se han disputado en los estados y en la Ciudad de México 55 mil 336 cargos de elección popular, entre ellos 55 gubernaturas, 93 legislaturas y 5 mil 932 ayuntamientos. Tan sólo el año pasado los institutos electorales registraron 255 mil 424 candidatos locales. Con tales números les pregunto: ¿es deseable y posible concentrarse en organizar y administrar ese universo político en una sola institución?”
“Nooooo”, fue la respuesta.
Y puso sobre la mesa que “México no merece una reforma constitucional en materia electoral impulsada por una sola voluntad, por más relevante que sea. Hay importantes lecciones en el pasado, las reformas que fueron fruto de voluntades colectivas fueron forjadas con los métodos probados y comprobados del diálogo y el acuerdo. Sólo desde el autoritarismo más ciego se puede aspirar a organizar la riqueza de expresiones. Por el contrario, nosotros valoramos esa diversidad. Nuestro futuro no puede ser resultado de la seducción por un pasado que en buena hora fue desterrado”.
Para las 12:30 la manifestación terminó con una enjundiosa interpretación del Himno Nacional. Woldenberg se retiró rápido. Claudio X. González, uno de los promotores de la convocatoria, se acercó a un costado del templete, saludó, sonrió, se tomó selfis con cuanta persona lo pedía y en respuesta a su complaciente actitud le llegaron a prodigar: “Usted es un baluarte de la democracia, no se doble”.