De esa manera, fíjense, él se defiende con gran habilidad al evadirse tranquilamente de temas del mayor interés ciudadano y sin entrar en ningún detalle… a partir de un cinismo que hasta confunde y desconcierta a propios y extraños. Habla en general de “infamias” e ideologías adversas, pero nada de ello se ha visto respaldado.
Igual, sus defensores repiten que no hay pruebas de las revelaciones del libro ni del jaqueo a archivos oficiales, aunque se cuenta con las confirmaciones que vienen de antes en videos de Carlos Imaz, René Bejarano, Pío López Obrador o Alejandro Esquer, así como la sentencia condenatoria de un Tribunal a Delfina Gómez… El propio presidente insiste en que la publicación es sólo una de muchas y “no tiene caso estar respondiendo si no hay ninguna prueba”, a lo que añade que sus opositores ideológicos tienen toda la libertad de atacarlo (aunque trató de bloquear la publicación). Pero, claro, no esperemos que él haya firmado alguna orden de desviar recursos o “lavar” sus rastros para dedicarlos a fines indebidos.
Fue esa intentona de bloqueo, precisamente, lo que desbordó el interés en el lanzamiento del libro al grado de que se ha convertido en el mayor éxito en la historia editorial de nuestro país. También han sido múltiples las entrevistas y los comentarios en distintos medios impresos o electrónicos, incluidas las cuentas de ciudadanos en las benditas redes sociales.
En paralelo, no se ha cumplido nada de lo que el cuestionado movimiento político ofreció en un origen (menos pobreza, fin de la violencia, menor desigualdad, mayor crecimiento, menos corrupción). De hecho, aquí los retrocesos son evidentes y, ojo, no tienen tanto que ver con la pandemia o los ataques de “neoliberales”.
Han sido frecuentes y muy conocidas las malas noticias para el gobierno y para México, que no parecen afectar mucho la popularidad del presidente (más que del propio gobierno), pero algo tienen que dañar a mediano plazo porque comprueban que el país experimenta una degradación que acabará por debilitar ciertas esperanzas fundamentales: empleos, oportunidades de avance personal, perspectivas de cambio que ofrezcan un mejor futuro.
No veo cómo se pudiera evitar que las filtraciones de archivos secretos y las revelaciones o confirmaciones de ilegalidades reiteradas, vayan a resultar ya negativas para un movimiento que ha convencido a muchos de su pureza y moralidad. A corto plazo, pienso yo que el lopezobradorismo no se va a derrumbar por diversos factores, tales como la habilidad narrativa del presidente y variados factores favorables (remesas, transferencias a clientelas, crecimiento de Estados Unidos). Queda la inflación, que —lo lamento— no será controlada de manera permanente.
Es cierto que los índices de popularidad pueden animar a un gobernante a continuar sin rectificar, pero igual tienden a ser tan engañosos como volátiles según nos lo ha acreditado la historia. A su vez, la oposición difícilmente podría ser más deficiente y creo que tendrá que mejorar en forma significativa a partir de la presión de la sociedad civil.
En lo personal, oigan, trato de evitar el morbo y las estridencias de la filtraciones o difusiones, pero me ofende y desagrada el abuso de la mentira sistemática que vemos confirmado ahora, al igual que la integración de presuntos delincuentes en el Gabinete Federal (Gobernación, Cancillería, Educación…). En términos políticos, eso sí, falta bastante para la elección de 2024 y aún pueden suceder muchas cosas, para bien y para mal… de todos.
En suma, no se trata de una algarada “conservadora” que lo califica de mentiroso y cínico. Debe quedar claro que todo ello viene a ser la confirmación de la criminalidad de un líder nada confiable. En cualquier caso, que no dejen de verlo así al menos quienes tienen mayor escolaridad e información, pues es más probable que el desastre continúe si no se derivan consecuencias y responsabilidades incluso de tipo penal.