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Crónica: La noche del terror en el Alfonso Lastras

La noche del jueves 29 de abril no hubo milagro en el estadio Alfonso Lastras Ramírez, como 15 años atrás en la misma fecha cuando el equipo se jugaba todo por no descender de Primera División; este 2021 no había descenso, pero sí una multa de 120 millones de pesos que pagar en lugar de ello y en el coloso de Valle Dorado no hubo gol que los salvara como en 2006, pero sí enojo y frustración de los más de 5 mil aficionados que vieron a su equipo caer 1-5 ante Pachuca, sentimientos que llevaron a algunos a dejar expuesto el virus que desde hace años ha hecho daño a San Luis Potosí: la violencia de la afición.

El recuerdo por el llamado “gol del milagro” estaba latente en la memoria de los potosinos, aunque el panorama era completamente diferente. San Luis necesitaba ganar su partido ante los Tuzos del Pachuca y esperar que Atlas perdiera el suyo con Necaxa al día siguiente para que la multa fuera de 70 millones de pesos y no de 120, lo que significaría que el equipo potosino fue el peor de la temporada.

Pese a los resultados adversos del torneo y la pésima racha del equipo en las últimas semanas, los fieles seguidores mantenían la ilusión de festejar algo desde su ascenso a la Liga Mx.

Con lo que quedaba de su quincena y pese al atípico horario e incómodo día, acudieron a la cita pactada a las 21:00 horas y en los minutos previos se notaba el nerviosismo en los diferentes accesos, que debido a la pandemia obligaban a los asistentes a pasar por diversos filtros sanitarios.

Rodó la bola en el césped y la tragedia empezó. En los minutos iniciales el delantero de los Tuzos, Roberto de la Rosa marcó los dos primeros goles a favor de los visitantes y aunque San Luis respondió con un tanto de Ramiro González al minuto 26 para poner el marcador 1-2, la pesadilla comenzó en el segundo tiempo.

Erick Sánchez marcó el tercero de la visita al minuto 58 y tres minutos después el atacante de los hidalguenses anotó el segundo a su cuenta personal con el 1-4. Gol que calentó los ánimos en el graderío y comenzaron los gritos de “¡Qué se vayan todos, que no quede ni uno solo!”, aludiendo a que se deben renovar todas las áreas del club, empezando por los jugadores.

El quinto tanto de Pachuca marcado por Ramiro Ibarra al minuto 65 causó que el público aplaudiera al rival y se enfocaran los cánticos en el director técnico de San Luis, Leonel Rocco y el presidente del club, Alberto Marrero. En el tiempo de compensación un gol anulado terminó por ser la gota que derramó el vaso, el silbatazo final llegó y la afición se volcó a la zona de gradas que estaba cerca del túnel que partía a los vestidores.

Los elementos de seguridad comenzaron su primer round con la afición al intentar custodiar la salida de los jugadores a los vestidores rojiblancos, ya que el descontento sacó a flote el fanatismo e hizo que los seguidores se volcaran contra sus jugadores para recriminarles el torneo que acababan de terminar con una deshonrosa goleada en casa.

Los vasos todavía de cerveza empezaron a caer sobre el césped y la expresión “llueve sobre mojado” parecía encajar perfecta ante dicho escenario, con una enardecida tribuna que se olvidó de la sana distancia, las restricciones sanitarias y toda indicación dada, para tratar de encarar a los protagonistas de tan fatídica tragedia.

A cuenta gotas, los futbolistas lograron abandonar la cancha, tratando de evadir los reclamos y a las decenas de personas que se liaban a golpes con la seguridad tratando de derribar las rejas que los mantenían al margen.

El virus del Covid-19 quedó de lado, pues la violencia se apoderó de los seguidores potosinos una vez más, como lo ha hecho en repetidas ocasiones de la historia del balompié tunero, el telón ya había caído en la cancha, pero la afición no había dado su acto final.

Como si se tratara de auténticos guerrilleros, varios fanáticos mostraron su repudio al equipo arrojando rocas desde la calle hacia dentro del estadio, direccionándolas a las regaderas del equipo local. Elementos de la Policía Municipal y Estatal abandonaron el recinto e intentaron contener a las personas que estaban haciendo destrozos a las afueras del inmueble potosino. El pánico y caos se presentaron en el público que abandonaba el recinto y la lucha entre aficionados y uniformados se trasladó a las calles aledañas.

Carros abollados por las pedradas y vecinos espantados fueron el saldo de los primeros enfrentamientos en los alrededores del estadio. A lo lejos, un vendedor ambulante con su bocina ofreciendo “¡Tamales oaxaqueños!” contrastaba con el panorama.

Entre el caos e incertidumbre algunos civiles trataban de retirarse del lugar con las manos arriba vociferando: “¡Yo no soy, yo no soy!”, para que no se les confundiera con los revoltosos que poco a poco huyeron entre las oscuras calles.

No es negocio, Atlético de San Luis está en venta

El calvario terminó con reclamos de la afición. “Que se vaya el equipo”, “Nico no nos merece”, “Marrero, ¡Vete a la verga!”, fueron algunos de los gritos que expresaron los fieles seguidores de corazón y no de ocasión. Poco a poco la porra y público en general se fue dispersando, tras notar el arribo de más elementos policíacos que llegaron a custodiar el Alfonso Lastras Ramírez.

Así culminó una triste velada para los aficionados potosinos: Atlético de San Luis fue goleado, el equipo no mostró actitud y el club terminó en último de la porcentual, lo que le costará 120 millones de pesos.

Sin duda el 29 de abril seguirá apuntado como un día inolvidable para los seguidores potosinos, aunque en este 2021 los catorrazos fueron la cereza en el pastel de una noche de terror para el futbol de San Luis Potosí.

Seguiremos informando.

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