Ciudad Valles, S.L.P.- Este día del niño se celebra ya con la nueva normalidad, situación que ha orillado a todos a buscar nuevas formas para festejar a los reyes del hogar.
Algunas escuelas encabezaron caravanas vehiculares, con espectaculares arcos de globos, dulces, botargas y muchos personajes de super héroes, que sin dudas eran la alegría de los menores que pasaban por sus presentes.
Sin embargo no todos los niños celebran de la misma forma. En las zonas rurales e indígenas la realidad es otra.
Como el caso del ejido Santa Rosa, donde los niños tuvieron un singular evento organizado por sus profesoras de la escuela de preescolar «Graciano Sánchez», no hay calles pavimentadas ni carros de lujo, pero si hay mucho amor para los niños.
Por eso la caravana fue diferente, fue en «bicicleta» o «triciclo», los 28 niños del jardín recorrieron sus calles empedradas, en sus juguetes, que con mucho esfuerzo sus papás les han regalado, la sonrisas y los gritos de alegría, inundaron las calles de la colonia popular, a lo lejos se escuchaba la música infantil, melodías que evocan gratos recuerdos, letras inocentes y con mensajes positivos.
A lo lejos un vehículo compacto con la cajuela abierta estaba lleno de globos y pancartas, era la maestra «Moni», quién había llegado con todo preparado para singular festejo sobre ruedas.
Para ella no hay obstáculo, no hubo impedimento para no celebrar a sus niños con la nueva normalidad y las reglas de sana distancia, el objetivo era llegar a ellos; «sus 28 niños» llegaron jugando carreritas, en triciclos y bicicletas con la mejor de sus galas, peinadas muy coquetas y muy guapos con sus cubrebocas claro y ordenados.
La música no dejaba sonar, las risas inundaban el lugar, todos querían una foto, pero la mayor de las alegrías fue al formarse para su bolsita de dulces, unos a otros se veían y más de uno se sorprendía, tal vez era la mejor sorpresa que han tenido en este año de pandemia. Muchos tal vez era su única celebración del día.
Presurosos abrieron sus bolsitas algunos agradecían a su maestra por los chocolates y golosinas, otros mejor la guardaban para postre más tarde, pero todo coincidieron en el abrazo a su maestra que los veía con amor y felicidad, pues la sorpresa les había cambiado su día, tal vez les había cambiado todo el año que han estado resguardados en su casa.
Es así como el espíritu de la alegría el amor y la buena voluntad se contagio por todo el ejido Santa Rosa, una zona olvidada por los gobiernos que no llegan con obras y acciones, pero lo que si llega es la la buena gente que ve en los niños la esperanza del cambio, si un niño es feliz será un buen ciudadano en su etapa adulta.
Sin duda los maestros y maestras como en el caso de la «profesora Moni», hacen la diferencia, marcan la vida de los niños con actos de inmenso amor y cariño, no solo ayudan a su aprendizaje sino también a promover los valores de respeto, cariño, comprensión y humildad, ojalá que así como ella muchos profesores y profesoras más cambien la vida de nuestros niños.
Que en el milagro de la vida y en la risa de los niños que entibia el corazón, encontremos la mejor medicina para el ser humano.
Seguiremos informando.