El 24 de febrero de 2005, es recordado como el día más trascendental en las investigaciones que el INAH realiza en Tamtoc, en esa fecha el equipo de especialistas al mando de Guillermo Ahuja Ormaechea que trabajaban en el Sitio Arqueológico al realizar excavaciones localizaron el extremo de una roca, la cual conforme iba siendo liberada les impactaba más.
Se trataba de un Calendario que representa las 13 fases lunares del año, el cual fue labrado por la Cultura Huasteca hacia el año 600 A.C. cuando en ese entonces se creía que el florecimiento de la cultura huasteca había sido en el año 900 A.C., 300 años más de historia que investigar, se dice que los materiales y figuras utilizados en el monolito 32 tienen similitudes con una pieza encontrada en Tecolutla, Veracruz, lugar donde dominó la cultura olmeca.
La impactante escultura de 7 m de largo por 4 m ancho y 26 toneladas de peso, modificó la concepción de los Pueblos Precolombinos de toda Mesoamérica.
Las imágenes labradas en el monolito muestran a dos mujeres sin cabeza de cuyos cuellos emana un fluido que converge en el ombligo del personaje central, un ser con características masculinas y femeninas y rostro de calavera.
El monumento 32 de la ciudad prehispánica de Tamtoc (ubicada es San Luís Potosí), con sus cuatro metros de alto, siete de largo y 30 toneladas de peso no es sólo la estela labrada más grande de Mesoamérica, sino podría marcar el inicio de lo calendárico en la región huasteca, plantea el profesor Jesús Galindo, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
A fin de evitar especulaciones, el profesor Galindo optó por su método preferido, es decir, “preguntar directamente a la estela” y observó su comportamiento a lo largo de un año. Sobre este punto, al académico destacó que la pieza está tan bien orientada hacia el norte que su cara —donde hay escena— es iluminada de forma rasante por el Sol a partir del equinoccio de marzo, lo cual cambia con el equinoccio de septiembre, cuando esta condición se invierte y la parte frontal se ensombrece y la trasera recibe los rayos solares.
“Esto indica una práctica muy fina en cuanto a la observación del cielo e indica un saber astronómico lo suficientemente complejo como para lograr un equilibrio perfecto entre la luz y la penumbra a través de un conocimiento muy preciso de las alineaciones equinocciales”.
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