
A la basura se fueron los foros, las mesas de análisis, las consultas, los largos debates y el trabajo de muchos meses, en tan sólo dos días y sólo para complacer a los partidos de la chiquillada, esos que nunca ganan en las urnas pero que siguen mamando la ubre del erario público. Así pues, este martes 30 de junio, luego de que el pasado domingo no se lograra aprobar, el Congreso del Estado dio luz verde por mayoría de votos a la nueva Ley Electoral que habrá de regir el proceso para la contienda de 2021.
Se esperaba que, para los próximos comicios, finalmente se les pusiera un alto a los partidos familiares al aumentar del 3 al 3.7 por ciento, el requisito mínimo de votos para conservar el registro como partido político y, a su vez, obtener una diputación plurinominal en el Congreso del Estado además de poner un alto a las alianzas electoreras, evitando así que la chiquillada política se siga colgando de los partidos mayores para sobrevivir, sin embargo, ambos temas quedaron descartados.
Ya desde el domingo se dejo ver la tibieza con que se manejaban los diputados del PRI, del PAN y de Morena, quienes, a pesar de tener todas las condiciones para aprobar la reforma, cedieron ante los caprichos de Conciencia Popular, Movimiento Ciudadano y PRD, cuyos representantes, vale mencionar, han sido los mismos en repetidas ocasiones.
Al final, con 24 votos a favor, una abstención y un voto contra, el pleno legislativo aprobó sin debatir la reforma electoral, documento que no presenta cambios sustanciales, se mantienen las alianzas, se mantiene el porcentaje mínimo de votos, dicen que se fortaleció la lucha contra la violencia política de género y nada más. En 2021 se estará viviendo un proceso electoral regido, en términos generales, por la ley aplicada en 2018.