Una de las artesanías más coloridas de México que ha acaparado las miradas por su compleja elaboración, es el Árbol de la Vida, una escultura de barro cocido hecha a mano que dependiendo de su tamaño y diseño tarda de dos semanas a tres meses en fabricarse o hasta tres años cuando son piezas demasiado grandes. Su fabricación inició en Izúcar de Matamoros y Acatlán de Osorio en el estado de Puebla pero hoy en día es representativa de Metepec Estado de México y se considera emblemática del municipio. Su uso es religioso y decorativo y el tema principal que generalmente se plasma es de carácter bíblico, por ejemplo, algunos árboles hacen referencia a Adán y Eva rodeados de flores y frutos que simbolizan el paraíso, otros muestran la imagen de Dios al centro con las ramas en la parte inferior que tienen relación con la creación del mundo en siete días.
Después de la conquista española, los frailes destruyeron los artículos que representaban a los antiguos dioses para ser reemplazados con imágenes de santos, es decir que la representación de un Árbol de la Vida se utilizó para evangelizar a los nativos, más tarde los propios artesanos fueron agregando múltiples elementos que permitieron que los árboles fueron más llamativos hasta llegar a escenas de la vida cotidiana. Anteriormente se le consideraba un regalo tradicional para las parejas recién casadas porque representa un símbolo de fertilidad y cosechas abundantes.
De acuerdo a las necesidades de la escultura que se vaya a elaborar, es que se utiliza alguno de los tres diferentes tipos de barro: negro, rojo o arenoso y por ser este un producto que proviene del subsuelo el proceso de elaboración es largo. Primero se extrae par ser secado al sol y se extiende en una superficie plana para molerlo, se agrega agua y plumilla (flor del árbol de tule conocida también como camote), la cual aporta al barro fuerza y una consistencia tersa después de varias horas de manipulación.
El Árbol de la Vida ha traspasado fronteras y se exporta a países como Canadá, Estados Unidos, España, Italia, Francia y Alemania, para ser vendido como artesanía de lujo por su minucioso y colorido trabajo, también ha sido expuesto en ferias internacionales donde México ha tenido presencia y la creatividad e imaginación inagotables no se han visto limitadas pues desde hace décadas no solo muestran la dualidad del paraíso y el infierno, el día y la noche, el sol y la luna o la vida y la muerte sino diseños tan diversos que uno pueda imaginar: escenas de batallas, leyendas, tradiciones, fiestas, lugares, música, comida o hasta seres mitológicos, felinos, pegasos, sirenas y más.
A pesar de ser un trabajo cien por ciento artesanal, su producción ha disminuido considerablemente debido a la problemática que enfrentan nuestros artesanos al tener que competir con imitaciones que en su mayoría son importadas de Asia a un costo mucho menor y que carecen de calidad y autenticidad. Compremos lo bien hecho en México y apoyemos a que las más de 300 familias con talleres propios de Metepec y sus alrededores, no se vean afectadas.
¡Defendamos nuestra identidad cultural!