Entre locales cerrados, pasillos vacíos y una escasez devastadora de clientes, María no se da por vencida; motivada por sus hijos y la necesidad de llevarles lo que necesitan, sus alimentos, su ropa, sus medicinas, no pierde la esperanza de que cambie la situación, de que el panorama sea menos trágico que el día anterior, que los clientes vuelvan y que el negocio prospere.
María es comerciante en el Mercado República en donde, desde hace varias semanas, se ha visto una disminución importante en la presencia de clientes y vendedores. La pandemia de covid-19 ha pegado a todos los sectores, no distinguió a pobres de ricos, no se fijó si había condiciones para que se pudieran quedar en casa por lo que, a punto del llanto, reconoce que tiene miedo, que le aterra la enfermedad pero el esfuerzo y las ganas de salir adelante son más fuertes que cualquier temor.
El negocio no está funcionando, no hay movimiento, pero tiene pagos pendientes, tiene gastos que cubrir, por eso no abandona el ánimo y todos los días, con devoción casi religiosa, abre su negocio esperando que llegue algún cliente para ganarse aunque sea un poco de dinero. Sabe que aún falta tiempo para que concluya la pandemia, que la crisis financiera puede ser peor pero no se dará por vencida, seguirá trabajando para apoyarse a sí misma, para apoyar a sus hijos y a su familia, para hacer frente a la pandemia.
Aquí su historia…
