A bordo de una camioneta de lujo, Xavier Nava salió de su residencia en Residencial Campestre sin imaginarse que viviría una de sus peores semanas como alcalde San Luis Potosí.
Si por él fuera, permanecería encerrado en su amurallado fraccionamiento, recibiendo informes en su MacBook, arrojado en su sofá favorito y vistiendo una bata de Liverpool y las pantuflas de peluche que su esposa le regaló en la pasada Navidad.
Pero cuando sus asesores notaron que encerrarse por temor a contagiarse de Covid-19 y promover la sana distancia desde la comodidad de su residencia no había sido la mejor estrategia lo sacaron inmediatamente de su casa y lo pusieron a hacer lo que todo alcalde debe hacer en una crisis como esta: dar la cara y ponerse a trabajar.
Pero días antes, su eterno rival político Ricardo Gallardo Cardona ya había aprovechado la ola del Covid-19 y surfeó sobre ella repartiendo gel antibacterial, cloro y cítricos a familias de diversos municipios. Luego donaría túneles sanitizantes a hospitales de Soledad y la capital, que lo mismo le llovieron críticas como empatías. Pero al alcalde le faltaban más sinsabores.
Mientras caminaba por el túnel subterráneo que conduce libre de vulgo a su oficina, pensaba que la presentación de su “novedoso” plan de iluminación digital hecho el domingo 12 de abril en los medios informativos le traería un poco de cariño popular, ¿A quién no le gusta una ciudad iluminada? No a miles de potosinos desempleados que prefieren la barriga llena y un respirador disponible a lucecitas de 8 mil pesos.
Pero sus asesores no le advirtieron de su mala estrategia. O no quiso escucharlos.
Así que empezó la semana con la dura crítica de sus rivales políticos por gastar 400 millones de pesos en luminarias en lugar de esperar a que pasara la contingencia y reservar esos recursos para gastarlos en salud si llegaran a ofrecerse, pero la tentación de ganarse un moche para su campaña a la gubernatura en 2021 fue más grande que su amor al pueblo.
Así que hizo el trato en plena fase dos de la contingencia y a la crítica se sumaron otras voces del mismo PAN, desde diputados locales de distintas fracciones, hasta los senadores Marco Antonio Gama y Leonor Noyola Cervantes. ¿y el gober? Calladito.
El martes, Xavier Nava continuó obediente a la tortura de sus amateurs asesores en comunicación y lo pusieron a repartir despensas en las casas para que posara para la foto del bole. El pobre alcalde lucía desaliñado, con sus chinos rebeldes y sudados, un tapabocas mal puesto y una figura cada vez más regordeta por la vida de mirrey que seguía dándose en restaurantes de lujo, antes como diputado federal y ahora como jefe de la municipalidad.
Pero, mientras sudaba la gota gorda por apenas cargar una caja de despensa, decenas de tianguistas de la delegación La Pila le bloquearon la avenida Salvador Nava y se manifestaron en la Unidad Administrativa Municipal en protesta porque no se les ha permitido trabajar durante la contingencia, pero tampoco reciben ayuda en comida o económicamente.
El miércoles, se detectó que en Segunda Mano y Mercado Libre se vendían algunas estufas del amañado programa navista “Hasta la Cocina”, que supuestamente se darían a personas “vulnerables”, estufas que Nava compró a 5 mil pesos cuando su precio normal es de 2 mil 500 pesos.
El jueves, constructores filtraron a algunos portales informativos su inconformidad porque el alcalde les exigía despensas que luego entregaba él a su nombre. Así que Nava tuvo que incluir a los benefactores en las fotos oficiales, pero una tercera manifestación se reventaba en la UAM, fueron los mariachis, que con anterioridad le solicitaron despensas y apoyo económico, pero no les hizo caso, así que protestaron con canciones.
A esas alturas de la contingencia, señoras denuncian en redes sociales que las ayudas solo llegan a los incondicionales de Nava. Otros ciudadanos claman por agua en sus colonias. Él luce más intolerante. Le molestan las preguntas de la prensa que le comparan. Considera aberrante que su enemigo number one rotule su nombre en los túneles sanitizantes, pero él imprime slogan municipal a las cajas de despensa y les agrega un pasquín propagandístico. Todo lo que no se le ocurra al Señorito está mal, es indigno e inmoral.
Paralelamente a estos hechos, la capital sigue registrando robos, asaltos a tiendas y transeúntes, así como ejecuciones. Una encuesta del INEGI revela que aumentó un 10 por ciento la percepción ciudadana de inseguridad en la capital en el primer trimestre de 2020. El crimen y el Covid-19 gobiernan la capital.
El viernes se registró una cuarta protesta. Se le avisó que desde temprano le esperaban en la UAM poco más de 100 comerciantes del tianguis de las Vías, pero no los atendió. En su desesperación, las manifestantes bloquearon la avenida Salvador Nava en demanda de que les deje instalarse este domingo o que les brinde apoyos, pero éste les mandó la policía y se suscitó un connato de violencia mientras los gendarmes reabrían el tráfico vehicular.
A esa misma hora, el alcalde optó por encabezar un evento en la calle Zaragoza, pero ahí se topó con los boleros, que también le solicitaron ayuda con antelación, pero los ignoró. De mala gana, Nava les explicó que apenas se estaban repartiendo las despensas, cuando un ciudadano le gritó detrás suyo: “Dales algo de lo que te robas perro”, el alcalde volteó desafiante y reviró: ¿Será?
Pero su semana de perros no culminó ahí. Cuando regresaba a su camioneta por la callejuela hasta el Jardín Colón, sudado y encorajinado, otra comerciante se le acercó y le reclamó que sólo sus grupos de choque recibían despensas y apoyos económicos de manera puntual, lo que irritó aún más al alcalde, quien no se detuvo a escuchar su demanda y siguió su camino, invitándola a que se registrara en una plataforma digital engorrosa para muchos.
Quizás el moche conseguido por la millonaria compra de su “novedoso” sistema de iluminación lo apacigüe por las noches, pero la compra de foquitos en tiempos de Coronavirus le causará al alcalde que sólo quiere ser gobernador más turbulencia política y social de la causada esta semana.
