
Me vi entre todos, tal como les dije a los agentes, pero ni siquiera yo puedo entender tanta violencia e inseguridad. Fueron muchos los balazos y mis compañeros gritaban y caían, al igual que ellos tres: nuestro “objetivo”, su chofer y su ayudante.
Era lunes temprano rumbo a su oficina, y el viejo se resistió al intento de secuestro para quedar tendido dentro del Galaxy negro. Vaya que se hizo un desmadre y aún más en lo que vino después.
Al multitudinario sepelio asistió el presidente Echeverría, que se retiró furioso entre una gran tensión cuando el orador sugirió una responsabilidad del gobierno federal en los hechos sangrientos. Nunca se probó nada y el gobierno persiguió a la Liga Comunista 23 de septiembre hasta casi extinguirla, pero todavía resonaban las posiciones anti-empresariales que había tenido antes el primer mandatario.
Eso de criticar, denigrar o descalificar a “los adversarios” puede tener graves consecuencias e implicaciones. Y, oigan, se tiene que evitar o asumir.
Don Eugenio Garza Sada está ya en nuestra historia, aunque no aparezca en los libros de texto a diferencia de los más contemporáneos Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Viene al caso recordar que, a la mitad del sexenio de Luis Echeverría, este líder empresarial regiomontano cayó asesinado en ese intento por secuestrarlo en la capital de Nuevo León.
Fue hace más de 45 años, el 17 de septiembre de 1973, que murió el fundador del Tec de Monterrey, presidente del vasto Grupo Visa e ícono de las familias más industriosas del país. Como cada año, el Grupo FEMSA lo recuerda y publica su famoso Ideario de 17 puntos para quienes, igual que él, “buscan trascender, generando valor económico y social”.
Eficaz y austero (le apodaban ‘El Franciscano’), se destaca que dejó un legado de “calidad humana, congruencia, coraje y valores” que son un ejemplo de vida que continúa vigente. La filosofía de este millonario con vocaciones de crecimiento y filantropía quedó plasmada en una frase: “El respeto a la dignidad humana está por encima de cualquier consideración económica”.
De esas 17 recomendaciones, varias se asocian a la actividad empresarial o resultarían más adecuadas para aquellas épocas del fin del celebrado Milagro Mexicano: una mayor inversión privada en el exitoso Desarrollo Estabilizador (1958-70, López Mateos y Díaz Ordaz: Antonio Ortiz Mena como secretario de Hacienda) con orden fiscal, crecimiento y baja inflación, hasta que Luis Echeverría y José López Portillo (6 secretarios de Hacienda) nos aplicaron altas dosis de Populismo y Nacionalismo Revolucionario.
En política, ciertos puntos pueden parecer ingenuos o anticuados, pero sólo resalto aquí 5 que representan hoy mayor relevancia para cualquier liderazgo: nunca hacer burla; ser tolerante; no alterar la verdad; dejar que los demás se explayen; expresarse concisamente; analizar por encima de la inspiración o la intuición.
Cada uno de ellos se puede checar en el caso de AMLO, quien quizá podría superarse mediante el apoyo del ex director general de FEMSA, Carlos Salazar, que ahora preside el Consejo Coordinador Empresarial y tan bien se ha entendido con nuestro líder social y político. Vendría a ser una autocrítica oportuna.
A su vez, miren, la historia puede ser tajante y hay que tenerla presente para asumirla o evitarla. Se trata, creo yo, de aprender y mejorar a partir de un buen análisis de ella.
* ME QUEDA CLARO, POR otra parte, que en el sector público eso de ahorrar viene a ser distinto a ‘no gastar’ o no ejercer lo presupuestado (subejercicio). Digamos, al no gobernar se puede tener dinero para otras cosas, pero la falta de gobierno suele ser desastrosa… aquí lo barato sale más caro.
Se debe gobernar bien, lo que incluye estimular a la sociedad para que cumpla un papel, sin estorbar sus acciones positivas. Así hay que gastar bien los recursos tan escasos en proyectos de alta rentabilidad social, e incluso es posible endeudarse para ello en forma justificada.
Se trata de crear riqueza… y distribuirla, o acaso empezar a hacerlo en paralelo a través de empleos productivos y bien remunerados. Sería cosa de repartir trabajos (como decía el propio don Eugenio), no riqueza ni efectivo; de gobernar mejor, no dejar de gobernar; de invertir en lo que tenga una mejor relación costo–beneficio en términos económicos y sociales, no en lo que un poderoso caudillo pueda preferir.
Los feligreses que defienden a AMLO no suelen argumentar… tienden a insultar y decir que los analistas disidentes estamos “ardidos” y debíamos haber criticado la corrupción de gobiernos anteriores (este escribano lo hizo en numerosos artículos publicados). Hablan inclusive de odio y furia, pero sólo se intenta ir al fondo en las discrepancias con la esperanza de que corrija un presidente tan falible.
En fin, luego nos da la idea de que pudiera enderezar sus evidentes extravíos (como con el discurso la noche del 1 de julio de 2018 o al arreglarse la bronca de los gasoductos o en la relativa sobriedad del acto del Grito), pero siempre vuelve a la carga con su tozudez y su desafiante agresividad. Algunos hasta le recriminan su masonería, aunque ésta vendría a ser adogmática y permitiría profesar cualquier religión o incluso ninguna.
Le reconozco virtudes aparentes: que parezca de izquierda con sensibilidad social, además de ser austero y situarse en contra de la corrupción. Pero igual se confirma como un auténtico peligro no sólo por lo que dice, sino por lo que hace sin una idea clara de hacia dónde va ni de lo mal que va. ¿A un nuevo régimen? ¿Cuál y cómo? ¿Eliminó ya la corrupción e impunidad sin instituciones autónomas y permanentes? ¿Seguridad con arengas y conjuros? ¿En serio?
Bueno, resulta una verdadera imbecilidad su cruzada anti-neoliberal cuando su propia gestión descansa en dos pilares del “neoliberalismo económico”: el libre comercio (tratados con Estados Unidos…) y la política monetaria (autonomía del Banco de México). También dice que las reformas estructurales (educativa, fiscal, energética, laboral…) fueron impuestas desde el extranjero y deben ser rechazadas al ser lo mismo en todo el mundo.
* EL JUEVES DE LA semana próxima inicia el quinto año del actual gobierno del estado de San Luis Potosí, que es encabezado por el doctor Juan Manuel Carreras López. Se ubica a dos tercios de su larga travesía y sólo le faltarían 2 años al sexenio, para ver ya cómo termina entre avances o pendientes a partir de aprendizajes en un difícil entorno nacional e internacional.
@cpgarcieral