De poco o nada sirve la famosa línea del 911 que, en su momento, fue anunciada como la herramienta que vendría a solucionar la falta de atención y servicios que deben proporcionar las autoridades de seguridad pública y cuerpos de emergencia a los potosinos quienes, en reiteradas ocasiones, han quedado colgados en el teléfono esperando una patrulla, una ambulancia o algún otro tipo de atención ante las emergencias que pudieran presentarse.
Una joven, cuya identidad será reservada por cuestiones de seguridad, detalló el martirio que vivió luego de que un imprudente conductor impactara el vehículo en que ella viajaba con su abuelito en las inmediaciones de la colonia Satélite. Apenas ocurrió el incidente, la joven pidió apoyo al 911; la operadora le informó que el reporte sería canalizado y que, en breve, se enviaría una patrulla al lugar de los hechos.
Pasó una hora y nadie llegó en su auxilio. Su abuelito, un hombre mayor, parecía tener diversas lesiones, pero tampoco llegó una ambulancia. Para este momento, el conductor causante del accidente ya estaba tomando una actitud soberbia y hasta agresiva. La joven volvió a llamar al 911, pero la respuesta fue la misma: El reporte sería turnado.
Otra hora pasó y no llegó nadie. La tercera llamada a la línea de emergencia fue atendida de forma grosera. La operadora desdeñó el reporte de la joven que ya estaba siendo objeto de amenazas e intimidaciones por parte del otro conductor. Tres horas pasaron y el reporte no fue atendido. En su nueva llamada al 911 le dijeron que no había patrullas para atender su caso, que buscará otra forma para solucionar el problema.
Ante la negligencia de las autoridades y la falta de apoyo, la afectada pidió apoyo a familiares para trasladar a su abuelito a un lugar donde pudiera recibir atención médica. Prefirió atender la salud de su abuelo antes que dar solución a los daños de su vehículo.
La joven lamentó la falta de atención, pero si algo le dolió fueron los malos tratos que recibió por parte de una instancia que, se supone, está para ayudar a la gente, pues no sólo le negaron un servicio, también pusieron en riesgo la salud de su abuelito que permaneció en el vehículo esperando una ambulancia y un agente policiaco para que certificara lo que había sucedido.