
Poco faltaba para que oscureciera. Era la tarde del viernes 13 de marzo y sí, como si se tratara de un día de mala suerte, las autoridades sanitarias dieron a conocer una noticia que terminaría por cambiar la vida de todos los potosinos; una mujer de poco más de 50 años, había dado positivo a covid-19, una enfermedad de la que todavía se sabía muy poco, pero que estaba causando terror al rededor del mundo, una enfermedad que, con este caso, marcaba su llegada a San Luis potosí.
Los Servicios de Salud del Gobierno del Estado daban los pormenores del caso y reiteraban la necesidad de que la ciudadanía extremara todas las medidas de prevención, desde el lavado de manos hasta la sana distancia, pero nada frenó el paso de la pandemia. Apenas unos días después, el 25 de marzo, se tuvo conocimiento del primer deceso provocado por la enfermedad y, para entonces, ya se habían suspendido clases y todos recomendaban quedarse en casa. Qué golpe.
Ni San Luis Potosí, ni México ni el mundo entero tenían antecedentes de una pandemia tan fuerte. No se tienen testimonios de otra persona que haya sobrevivido a una crisis sanitaria tan abrumadora como esta. La del 2009, con la Influenza A H1N1 no generó ni la mitad de los estragos que el covid dejó. No hay punto de comparación.
A la fecha, cinco años después, se contabilizan 253 mil 786 casos totales de esta enfermedad en San Luis Potosí de donde se desprenden siete mil 741. Hoy, las condiciones son otras, la población se ha vacunado, ha aprendido y, por suerte, ha desarrollado una especie de inmunidad que le permite sobrellevar la enfermedad sin tantas complicaciones en caso de nuevos contagios.
San Luis Potosí sobrevivió a la pandemia que, ciertamente, no deja de ser un riesgo latente para la salud pública.
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